
Tengo bastante asumida mi personalidad
idealista y soñadora. Esa capacidad para nunca tener los dos pies en la tierra,
pero a medida que vas creciendo, vas conociendo más tus imperfecciones y tus
cicatrices, y eso te hace ser quizás un poquito más consciente de la realidad.
Porque todos tenemos esas historias que por mucho tiempo que pase no
conseguimos olvidar aunque creamos que sí. La mayor parte de las veces,
simplemente porque no queremos.
"Y es que tú y yo nos pertenecemos siendo libres, tú no me sueltas
aunque te vayas y yo no te suelto aunque me aleje"
Y si bien es cierto que soy fan de los cuentos, y de las historias
Disney, creo también que en todo cuento existe una manzana envenenada, una
rueca, un zapatito perdido o una rosa que pierde pétalos.
Supongo que la cuestión está en encontrar eso que hay en todas estas
historias, la magia. No para hacer que desaparezca aquello que hace más difícil
el camino, sino para saber caminar con ello.
No espero un beso que rompa el maleficio, ni que nadie mate al lobo, no
necesito que me rescates de la más alta torre, porque en nuestra historia, lo
que pasó cuando él la rescató de la torre, es que ella, lo rescató a él.
En este cuento no hay hermanastras envidiosas, ni reinas malvadas, no
hay hadas madrinas, conjuros o hechizos.
Soy consciente de que ni tú eres un príncipe azul, ni yo la princesa de
tus sueños.
Pero ¿sabes qué? que mejor, porque los sueños no son más que eso, sueños,
y la mayor parte de las veces cuando te despiertas, no recuerdas lo que has
soñado.
Por eso, no quiero ser la mujer de tus sueños sino la real, la mujer de
tus despertares.
(S)