domingo, 24 de agosto de 2014

Series Hipsters o No [2]: Fargo

Tengo un acumulo de series sin ver que lo flipas, cuando me dicen "Tienes que ver [rellénese con cualquier mierda] que está muy bien]", siempre pregunto antes dos cosas: si la serie ha acabado ya y, de no haber acabado, cuantas temporadas lleva. Se que me juego enemigos irreconciliables si digo esto pero cuando me recomendaron Breaking Bad tenía demasiadas esperanzas en ella dado lo que habían dicho pero a mi no me pareció para tanto, la trama que tenía era original, cierto es, pero no es ni de lejos la mejor serie que se ha hecho. ¿Por qué Breaking Bad es mejor que, por ejemplo, Cuéntame? Ambas tienen una línea argumental original y arrastran a la audiencia. Además en Cuéntame sale Imanol Arias, que es lo mas cercano a James Stewart que tenemos en España. Por otro lado si lo que se quiere destacar con Breaking Bad es el submundo chungo que hay en los USA, también expresado en Los Soprano, de eso ya andaban los espectadores españoles sobrados con las pelis de finales de los 70 sobre el submundo de la heroína (Perros Callejeros, El Vaquilla... todos clasicazos chungueles que al verlos se agradece que toda esa gente este criando malvas ya).

Pues a lo que voy, Fargo es una miniserie. Es decir, solo tiene una temporada y listo. Son solo 10 episodios de aproximadamente una hora. No tienes que preocuparte de que pasará o no en la siguiente temporada, de si alguien te hará spoilers, si la cancelan. Todo ventajas.
Escudo de la poli de Bemidji con el toro de Osborne (¿?)
La serie esta ligeramente basada en la película de 1996 de los Cohen (que son productores ejecutivos de la serie). Digo ligeramente porque aunque el argumento es mas o menos similar (un señor que esta hasta el gorro de que su mujer le haga mangoneo psicológico) aquí el humor es muchísimo mas negro y todo gira en torno a un argumento que a los estadounidenses les encanta y que se resume en la frase "There's no rest for the wicked" (no hay paz para los malvados): por mucho que te esfuerces en ocultar el mal este va a perseguirte hasta que confieses o sufras las consecuencias. Ya lo dice la canción popular "God's gonna cut you down": puedes correr por mucho tiempo, pero tarde o temprano Dios te va a atrapar (traducción libre, puedes sustituir atrapar por cortar las pelotas). En esta serie todo el mundo va a recibir según sus actos, tanto los malos (no solo los causantes del hecho principal, también hay mafiosos, empresarios sin escrúpulos, hermanos obsesos, matones de instituto...) como los buenos (que tendrán su recompensa): Justicia Divina en la Tierra en esta puro, lo cual siempre deja un buen sabor de boca, juajuajua.
En la serie Lester Nygaard (interpretado por Martin Freeman que es el que hace de hobbit en El Hobbit) es un agente de seguros muy looser que es mangoneado por todos en Bemidji, un pueblo perdido en USA. Debido a un incidente de bulling adulto coincide en el hospital con Lorne Malvo (que interpreta de manera IMPRESIONANTE Billy Bob Thornton) y a partir de ese momento las cosas se lían de manera pardísima. El papel de agente de policía insistente también aparece aquí al igual que en la película interpretado por Allison Tolman también de una manera magistral. Todo esto se ha reflejado en varios premios Emmy y Critics Choice Television Awards de 2014.
La serie te mantiene todo el rato en tensión a pesar que, desde el primer momento ya sabes lo que va a pasar al final, pero lo que no sabes es como va a pasar. Después de la mala experiencia de los episodios de mierda de Dominion aun queda esperanza para las series televisivas. Calidad garantizada oigan.

Nota Series Hipster: 9 (sobre 10)

Y por si alguno tiene curiosidad sobre la canción ahí va la versión de Johnny Cash (lo malo es que en el video sale el cantante de Coldplay que es chichinavesco)


V

jueves, 21 de agosto de 2014

El secreto de las sombrillas


Bendito verano.

Es una época maravillosa.

El sol, la playa, las terrazas, los amigos, el chiringuito, el ligue de verano…

A pesar de eso, llamadme loca, pero hay cosas del verano que no me gustan (¡A la hoguera con ella!)

Y entre ellas están las playas abarrotadas de seres humanos pero, sobre todo, de sombrillas.

En Galicia no se estilaban mucho, de hecho, los consideramos un sucedáneo del paraguas: como ese primo lejano al que nunca ves, sabes que existe, pero no hace acto de presencia (salvo en bodas, bautizos y comuniones, que a eso nos apuntamos todos).

Y de repente…¡TACHÁN! Superpoblación. Llego a la playa y están por todas partes, de todos los colores, estampados, tamaños, marcas y gustos.

Nunca he comprendido muy bien su utilidad porque yo, para ponerme a la sombra, no me voy a la playa. Llamadme rara; me voy a una terracita y más a gusto que en brazos.

Supongo que podría entender que lo usen en esas localidades en las que se alcanzan temperaturas dignas de derretir el perrete movedordecabeza que va en la bandeja del maletero/salpicadero; pero no nos engañemos amigos: cuando la máxima son 23 grados no hace falta una sombrilla, ya son ganas de ir cargados a la playa, señores.


Pero no está ahí el quid de la cuestión.

Después de hacer un profundo estudio y contrastar datos, he llegado a la más dolorosa de las conclusiones: ¿Qué maldito secreto, superpoder, característica o don tienen las dichosas sombrillas que hacen que las señoras (porque siempre son señoras) estén más morenas que tú?

Llevas un mes a la brasa, controlando tiempos (han pasado veinte minutos, toca darse a vuelta), y la mujer, que no sale de debajo de la sombrilla ni para darse los clásicos paseos por la orilla con su “amiga de caminar” está como el tizón.

Indignada me hallo.

Y solo se me ocurre como respuesta un posible pacto con el diablo.

Yo como buena mujer de mi ciudad, soy muy cabezota, así que continuaré con mi método “Al punto” (ponerse vuelta y vuelta) y con mi guerra abierta a las sombrillas porque, os guste o no, para mí, todo aquello que no tiene explicación, o es divino o es diabólico y, en este caso, puedo afirmar y afirmo, que las sombrillas son Satán.


(S)

lunes, 4 de agosto de 2014

En España, los edificios no tienen escalera de incendios

No sé si es que estoy pasando un tiempo de escepticismo romántico o algo asi; supongo que Freud lo aclararía con algo como que no mamé lo suficiente durante mis primeros años de vida. Yo lo achaco más a las expectativas.

Y no es que yo las tenga inalcanzables o imposibles, en absoluto, me contento con poco; siempre que sea a tu lado. Lo siento, ya me ha vuelto a ocurrir: una no puede evitar que le salgan frases como esa y es que, habiendo crecido con películas Disney, lo menos que espera es un príncipe en un caballo negro (siempre me han parecido más chachirulis que los blancos, que se ensucian con solo mirarlos).

Porque entre el padre de Mickey Mouse y Julia Robers han creado monstruos.

Y esto  me rondaba la cabeza el otro día en casa después de ver Pretty Woman. En serio: aquí una servidora se revela en contra de esos estereotipos que nos venden el amor como si fuese un tarrito de dulces, pero ¿a quién no le gustaría vivir en sus propias carnes esa escena en la que Richard Gere aparece en una limusina con un ramo de rosas y sube por la escalera de incendios hasta su ventana para declararle amor eterno?


Pues eso en España no puede pasar, ¿por qué?


Porque los edificios  no tienen escalera de incendios. Cuantas historias de amor perdidas por carecer de ellas; es algo que no puedo quitarme de la cabeza: aquí lo mejor que puede pasarte es que llamen al timbre o manden un WA porque, trepando la fachada, la historia no tendría un final feliz y es que, en el fondo, se trata de eso, el eterno final, “vivieron felices y comieron perdices”.


Vamos, que haría una adaptación. Pero es el gesto. Es el detalle.

El que diga que nunca ha imaginado la adaptación de una película de amor a su vida, en primer lugar, es un mentiroso, y en segundo, tiene una imaginación equivalente a la de un percebe, sin menospreciar a los percebes, que ya bastante hacen ellos ahí pegadicos a su roca.
Así que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. No seré yo.

Pero Pretty Woman es una de esas películas que yo denomino como “tóxica”. Te hace plantearte dos cosas:

1. La mierda de vida sentimental que tienes: que llevas detrás de ese chico/a tres años y lo más romántico que has conseguido sacarle es que te mande el emoticono de la bailaora flamenca por WA, y...

2. Que para encontrar el amor verdadero hay que ser un millonetis divorciado y amargado, en el caso de los hombres, o una prostituta barata con ínfulas de reina en el caso de las damas, y sinceramente, no creo que nada de eso encaje en la película de mi vida, que es más bien de bajo presupuesto.

Imagino que todo dependerá del punto de vista desde el que lo mires, porque si ves Pretty Woman del revés, trata sobre una millonaria a la que Richard Gere deja en la calle y termina prostituyéndose. Algo más Almodóvar...

Lo único que sé es que me contentaría con salir a la ventana cada noche, y ver a esa persona allí, no fuera, esperándome con el dichoso ramo, sino dentro, pero no me vengo abajo porque eso no haya pasado todavía. No es culpa mía. Es que, en España, no hay escalera de incendios.

S