No sé si es que estoy pasando un tiempo de escepticismo romántico o algo asi; supongo que Freud lo aclararía con algo como que no mamé lo suficiente durante mis primeros años de vida. Yo lo achaco más a las expectativas.
Y no es que yo las tenga inalcanzables o imposibles, en absoluto, me contento con poco; siempre que sea a tu lado. Lo siento, ya me ha vuelto a ocurrir: una no puede evitar que le salgan frases como esa y es que, habiendo crecido con películas Disney, lo menos que espera es un príncipe en un caballo negro (siempre me han parecido más chachirulis que los blancos, que se ensucian con solo mirarlos).
Porque entre el padre de Mickey Mouse y Julia Robers han creado monstruos.
Y esto me rondaba la cabeza el otro día en casa después de ver Pretty Woman. En serio: aquí una servidora se revela en contra de esos estereotipos que nos venden el amor como si fuese un tarrito de dulces, pero ¿a quién no le gustaría vivir en sus propias carnes esa escena en la que Richard Gere aparece en una limusina con un ramo de rosas y sube por la escalera de incendios hasta su ventana para declararle amor eterno?
Pues eso en España no puede pasar, ¿por qué?
Porque los edificios no tienen escalera de incendios. Cuantas historias de amor perdidas por carecer de ellas; es algo que no puedo quitarme de la cabeza: aquí lo mejor que puede pasarte es que llamen al timbre o manden un WA porque, trepando la fachada, la historia no tendría un final feliz y es que, en el fondo, se trata de eso, el eterno final, “vivieron felices y comieron perdices”.
Vamos, que haría una adaptación. Pero es el gesto. Es el detalle.
El que diga que nunca ha imaginado la adaptación de una película de amor a su vida, en primer lugar, es un mentiroso, y en segundo, tiene una imaginación equivalente a la de un percebe, sin menospreciar a los percebes, que ya bastante hacen ellos ahí pegadicos a su roca.
Así que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. No seré yo.
Pero Pretty Woman es una de esas películas que yo denomino como “tóxica”. Te hace plantearte dos cosas:

1. La mierda de vida sentimental que tienes: que llevas detrás de ese chico/a tres años y lo más romántico que has conseguido sacarle es que te mande el emoticono de la bailaora flamenca por WA, y...
2. Que para encontrar el amor verdadero hay que ser un millonetis divorciado y amargado, en el caso de los hombres, o una prostituta barata con ínfulas de reina en el caso de las damas, y sinceramente, no creo que nada de eso encaje en la película de mi vida, que es más bien de bajo presupuesto.
Imagino que todo dependerá del punto de vista desde el que lo mires, porque si ves Pretty Woman del revés, trata sobre una millonaria a la que Richard Gere deja en la calle y termina prostituyéndose. Algo más Almodóvar...
Lo único que sé es que me contentaría con salir a la ventana cada noche, y ver a esa persona allí, no fuera, esperándome con el dichoso ramo, sino dentro, pero no me vengo abajo porque eso no haya pasado todavía. No es culpa mía. Es que, en España, no hay escalera de incendios.
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