Me he dado cuenta de que si te encontrase así, de pronto, no
sabría que decirte.
Así que después de algún tiempo y ya con el romántico menos
subido me he decidido a escribir, de mí, como siempre, de ti; como espero que
no lo hayan hecho nunca.
Quizás hasta ahora no me había atrevido a hacerlo por miedo,
y vaya, de repente caí en la cuenta de que miedo solo tengo a los pájaros y
salté sobre el teclado, porque te digo una cosa, si tengo que arrepentirme de
algo, prefiero que sea de lo que he hecho y
no de lo que no he hecho.
Si me hubiese dejado llevar por el miedo, jamás habríamos
cantado al despertar.
Por eso no pienso llevarme las manos a la cabeza,
preguntarme por qué me deje llevar y no mantuve la mente fría. Y es que ya
sabes cómo soy, cuando una se confía baja la guardia.
Por eso no me arrepiento, aún sonriso cuando lo pienso y aunque
pudiste, pudimos, haberlo hecho mejor, lo hicimos nosotros, y eso es lo que de verdad me importa.

Nunca vendiste humo, y quizá eso me ayudo a saber qué lugar
me correspondía, la pieza del puzzle que querías que fuera, no salirme del
tablero…
Por eso prometimos no prometernos nada.
Y al final a esa sonrisa de soslayo se la llevo la tormenta y el tiempo.
Por que como hace poco leí en algún lugar, tú y yo fuimos eso que no se cuenta, ni se
admite, pero nunca se olvida.
(S)
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