“Pero en definitiva,
¿Qué es lo nuestro? Por ahora, al menos, es una especie de complicidad frente a
otros, un secreto compartido, un pacto unilateral.
Naturalmente, esto no
es una aventura, ni un programa ni -menos que menos- un noviazgo. Sin embargo,
es algo más que una amistad”
Le tomo prestadas estas palabras a Mario Benedetti, y digo
prestadas y no robadas porque robar es pecado y está muy feo.
¿Pues cuantas veces, cuantos
de vosotros, os habéis visto en una situación así?
Quizás todo empezó de una
manera inocente, sin intención, y sin esperar nada. Y de repente un mar de
preguntas, muchas te las haces tú mismo, otras te las hace esa persona que
tienes al lado y las más comprometidas, las hacen los demás.
¿Quién es?, ¿De qué os conocéis?,
¿Es tu pareja?, ¿Sois solo amigos?, y una larga lista de etcéteras.
Pues permitidme que os dé,
como siempre, mi particular opinión al respecto.

Te has sentado a mi lado, y
hemos pedido café como siempre, pero esta vez es como nunca, y es que una
bandada de preguntas se cierne en torno a mi cabeza como los pájaros de
Hitchcock. (y a pesar de mi ferviente pánico a los pájaros, ahora mismo no se
que me da más miedo, si estos o mis dudas).
Siempre me ha gustado
compartir momentos asi contigo, cuando nos besamos por primera vez no hubo
dudas, no hubo ruegos ni preguntas.
Dicen que los tratos se cierran con un apretón
de manos, y permíteme que te diga que nosotros lo hicimos el dia que mientras caminábamos
por la calle nuestras manos se unieron sin que nos diéramos cuenta.
Y ahí el pacto unilateral.
Quizá esa es una de las
primeras cosas que hace que esto no sea una aventura, y es que yo con mis
aventuras no hago tratos, no existen pactos, se
lo lleva el viento.
Alguien me dijo alguna vez
que lo que diferencia un simple ligue de “algo más” es que a un ligue, solo le
besas de noche, e intentas mitigar tu fuego enviando mensajes apartir de las
2:30 de la mañana, sin embargo cuando hay “algo más”, el sol hace de tus besos
algo más calentito y el único fuego que hay es el que los dos creamos. Fuegos
artificiales.
Se me está quedando el café
frio de tanto pensar, y me pregunto (si, otra pregunta más) como es que no te
preguntas porque no lo he tocado todavía, y caigo en la cuenta, de que sabes
que no me gusta el café caliente, que siempre espero a que se enfrie, porque me
gusta más cuando el café se enfria solo que cuando te lo sirven ya frío, ya
sabes, dejo que las cosas ocurran como tienen que ocurrir de manera natural,
sin forzar nada.

Y una vez más me he encontrado con la respuesta a mis
preguntas frente a una taza de café. No nos agobiemos pensando en qué es, qué
podría ser, qué será, dejemos que sean nuestros propios actos los que marquen
el ritmo, utilizando la cabeza, pero también el corazón y es que en esta
sociedad que se está volviendo tan fría (no porque estemos en invierno) hace
falta algo de corazón, porque soy de ciencias, pero hay cosas que no se
calculan, cosas a las que no les puedes poner limites, tiempos o cifras.
Dejemos que aquello que
queremos decir, salga por nuestros labios, no temamos, porque el temor, solo
nos impedirá actuar como nosotros realmente actuaríamos, y puede que de este
modo nos perdamos intentando encontrarnos.
Sé que lo que hay entre
nosotros no es nada, no es una amistad, no es una relación, no es un cuadro de
excell perfectamente organizado, pero a
veces nada es todo lo que necesitamos.
Porque no necesito que me
prometas la luna (esa ya la llevo en la piel), no me prometas nada eterno,
simplemente sintamos cada coma, cada punto, hasta el punto final de los
finales, hasta ese punto al que no le siguen más puntos suspensivos como dice
Sabina.
Por eso vivamos esta historia,
asi como solo tu y yo sabemos vivirla, asi como locos.
(S)