sábado, 31 de enero de 2015

Besa y lee


“Y sobre todo leía, leía mucho y de todo. Compulsivamente. Con el paso del tiempo, ley de vida, me fui haciendo más selectiva hasta que la propia vida me deparó un destino alejado de los libros,  mis seres más codiciados. Los amo por encima de todo. Dame un buen libro, de lo que sea, y no el más costoso de los diamantes”

Espero que a Don Ignacio Bermúdez de Castro no le moleste que tome prestadas unas palabras de su obra Librería Macondo, pero me parecieron de lo más apropiadas.

Por esa manía que tengo de disfrutar de los pequeños placeres, si tengo que elegir un gran regalo, probablemente sea un libro.

Supongo que muchos pensareis que con el ritmo de vida frenético que nos envuelve es complicado coger un libro y desconectar de lo que tenemos alrededor y vivir a través de sus personajes, caminar a lo largo de sus páginas, pero ¿Desde cuándo hemos dejado que sea el mundo el que decida al son de la música a la que tenemos que bailar? Yo pongo la banda sonora a mi vida.

Con los libros pasa lo mismo que con los besos, y es que al principio lees lo primero que cae en tu manos, o el best seller de turno, y con el tiempo uno se vuelve más selectivo y descubre lo que verdaderamente le gusta y le compensa...leer.

Porque libros, al igual que besos, hay de muchos tipos; los que te gustan, los que no, los que leerías una y otra vez, los que quieres dejar a la mitad en  la estantería y que se los lleve el olvido, los que te hacen llorar y los que te hacen reír, los interminables y los que se hacen cortos, los que te dejan con buen sabor de boca y los que… bueno, los que no.

Y detrás de cada beso como de cada libro hay una historia, por breve que sea.

Siempre he pensado que una de las maravillas del ser humano es nuestra capacidad de comunicación, y eso es gracias al lenguaje, por eso aprovechemos que lo tenemos de todos los colores, hablado, escrito y corporal, y si a montar en bici se aprende montando, a pintar pintando y a cantar… no se aprende, a leer se aprende leyendo.

Por eso aprendamos a escribir cada beso, hasta que no quede nada en el tintero. Por que el que no lee no escribe, aprendamos a leer, no solo libros, si no también gestos, miradas y así encontraremos detrás de cada beso un libro y por tanto un gran regalo.

Ahí lo dejo, porque como dijo Chéjov: "Un escritor no es el que resuelve problemas, sino el que nos los plantea"

(S)

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