Pocas veces tenemos la certeza de las cosas, la seguridad de
que estamos haciendo lo correcto, pero a veces la vida, nos pone en un camino en el que tenemos que elegir si ir hacia la derecha o hacia la izquierda y, sin
dejar de caminar, debemos optar por una de las dos opciones.
No siempre es fácil elegir la opción que creemos adecuada.
Quizás el otro camino sea más fácil, o cargarle el muerto a otro y que sean sus decisiones las que determinen nuestra ruta, pero ¿realmente merece la pena vivir así?,
¿dejando que sean las decisiones de los demás las que guíen nuestros pasos?
Siempre había pensado que cuando haces las cosas bien, la
conciencia se te queda tranquila y el corazón en paz, pero no nos engañemos, no
es así, seguimos pensando si hicimos bien al elegir el camino que iba hacia un
lado, en lugar de elegir el que iba hacia otro.
Y esa eterna pregunta: "¿Qué habría pasado si…?", aunque no nos
sirva de nada, ya que nunca tendremos la respuesta.
Vivir es la más grande de las aventuras, o eso dicen siempre
en las películas, y como en toda gran aventura, hay compañeros de correrías que
se quedan atrás, con todo el dolor de nuestro corazón, tal vez es el sacrificio
necesario para que podamos llegar a la meta, pero como todo sacrificio; duele.
Así que aquí estoy escuchando boleros, planteándome si tome
la decisión adecuada o no, con la conciencia tranquila pero con un trocito más
de mi corazón en el camino.
Y es que si a nadie le gusta ser el compañero que se queda atrás,
créeme compañero, a mí tampoco me gusta tener que seguir.
Así que como no puede ser de otra forma, por ti, por mi, por
todos mis compañeros.
S
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