Premios máximos en el escaparate de Marquinelli |
El local es muy agradable y bullicioso pero sin llegar a querer matar a los de la mesa en enfrente y lo importante, que es la comida, es la repanoch. Vuestro querido redactor y su acompañanta pidieron unas margaritas de trufa a la Marquinetti (que es pasta y no pizza, así en plan a lo loco) para empezar y luego una pizza Dulcinea (crema de calabaza, mozzarella, perdiz escabechada, queso manchego fresco y curado, lomo embuchado, tomillo y romero) que estaba gloriosa, riquísima, excelsa, mágica (no se me ocurre adjetivo para ese sabor). Una vez saboreados los platos, acercose el mismísimo dueño (Don Jesus) a preguntar que tal todo y dándonos las gracias por ir.
Si hay una cosa de los sitios a los que voy a comer es que me atiendan bien y sean agradables. Y en Marquinetti lo son y mucho. Además, no te meten un claver mortal kombat en la cuenta, sino que la cosa resulta bastante asequible.
Pizza Dulcinea in tha house |
El plan perlador sería: ir para allá, comprar pastas y algún pan rico, tomar unas cervecers en uno de los múltiples y agradables bares del pueblo en los que ponen tapa de la buena (no las mierdas que ponen en Madrid en donde además te miran con cara de estar oliendo mierda) y luego ir a comer al Marquinelli. Éxito seguro chaval.
V
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